viernes, 11 de febrero de 2011



Artista: Pedro Linares
Obra: Sueño ángeles sin cadenas para los que compran mi libertad / 2011
Sala de exposiciones: Julio Mario Santodomingo
Técnica: Collage







Por: Juan Carlos Rodríguez

Para empezar, esta obra que se encuentra hoy día en Bogotá, Colombia dentro de la exposición de la Asociación de artistas gráficos latinoamericanos, en la biblioteca Julio Mario Santodomingo, fue realizada por el artista cubano Pedro Linares, quien utilizó como técnica el collage. Esta técnica que consiste en ensamblar elementos diversos en un todo unificado, se logra apreciar en la obra del artista.

Vemos diversos papeles de colores, que a primera instancia parecen estar ubicados de manera desordenada y confusa. Sin embargo, el desorden que compone la obra, crea un ritmo acelerado en ésta, jugando al mismo tiempo con la textura rugosa de los papeles.

Los colores vivos, como el rojo, el amarillo y el naranja crean una temperatura árida y sofocante. Así mismo, en la parte superior izquierda de la obra se plasman colores fríos, los cuales pretende crear cierto aire para los anteriores, equilibrándolos.

Posteriormente, momento en el que obturo mi cámara capto cómo una serie de formas y figuras van formándose alrededor de la obra con la finalidad de comunicar algo. Observo nuevamente el título de la obra para lograr deducir mejor y me sumerjo nuevamente dentro de esa densa obra. Oscuridad. Luz. Sinónimos que hacen referencia al título de la obra. Papeles de colores que van formando la figura de un rostro humano. Su cráneo, sus labios rojos, sus ojos cerrados; anhelando algo. Alrededor de él, figuras extrañas, semejantes a hombrecitos con rasgos de precolombinos, alzando sus brazos en busca de ese rostro que parece estar encadenado por la figuras grises que se ubican a su lado izquierdo.

Un sentimiento que parte de una realidad y que es interpretado y expresado por Pedro Linares.

Cierto tipo de duelo entre lo que expresa el título. Un rostro humano, con un trozo de hoja de libro. Una mano puesta debajo de la boca del rostro, dándole cierto aire de intelecto. Cadenas que sujetan a éste. Y hombres pequeños que lo buscan rescatar.

Un rostro expresado en tamaño grande a comparación de los hombrecitos que rodean a éste, asemejando que el rostro es quien posee las ideas que otros buscan callar y encadenar. Los hombrecitos son esos ángeles sin cadenas que menciona el título y que están aguardando por éste. Esto, formando una escena en donde se ve un juego con la profundidad de campano, donde el rostro aparece como el objeto prepondérate, debido a su tamaño, y las otras figuras, los “ángeles” aparecen en un segundo plano, tratando de subir y alcanzar al rostro.

Un título que va sujeto a lo que compone la obra, pero que a simple vista no demuestra esa intensión.

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