Norman Mejía y su visión de los 60s a través de la mujer
Por Jaime Alberto Báez Peñuela
“La reina del mundo” (1966), del pintor cartagenero Norman Mejía (1938), se encuentra expuesta en el Museo de Arte del Banco de la República. La obra hace parte de una serie de obras centradas en la mujer que el artista elaboró en los 60s. Una de ellas, “La horrible mujer castigadora”, recibió el Premio Nacional de Pintura en 1965.
Luego de este logro, Mejía entró en el centro de la opinión pública como uno de los referentes del arte colombiano. Sobre su obra, el crítico Eduardo Serrano, escribió en los 70s: "Su pintura, sencillamente, no es encasillable, se sale de toda preconcepción y transgrede todos los parámetros establecidos, para ubicarse en un territorio virgen plásticamente, en el que se conjugan el cosmos y el espíritu, la intuición y el arrojo, para crear una mezcla de paisajes y abstracción, de visión multicolor y vigorosa que invita a una exploración gozosa de su totalidad y a un examen minucioso de sus detalles".
En cuanto a “La reina del mundo”, cabe destacar que está elaborada en tres colores: negro, blanco y rojo. Cada pincelada parece tener vida, movimiento; es como un río de tres colores que va formando el cuerpo deforme de la mujer. Su rostro revela desesperación; sus ojos rojos miran fijamente, como si estuvieran previniéndose de algo o alguien; sus dientes están afilados y presentan pequeñas manchas rojas como si estuvieran sangrando; sus brazos están abiertos y levantados, suspendidos a la espera.
Por otro lado, en la parte inferior del cuadro se representa la vagina de la mujer como un círculo negro emanando gotas de sangre, dentro del cual hay un rostro, un nuevo ser. En palabras de Mejía éste es el hoyo negro del cual todo procede, del cual se origina la vida. Este elemento no sólo se presenta en esta obra, ya que también fue usado en la mayoría de las pinturas que elaboró el artista en dicha época.
Adicionalmente, cabe analizar que la pintura fue elaborada a mediados de los años 60s. Periodo caracterizado por grandes cambios en el mundo. La revolución femenina, el hippismo, el auge del rock ‘n roll, el alto consumo de drogas, la creación de la píldora anticonceptiva, el sexo sin medida y una juventud en busca de “libertad”, eran los referentes de la época.
Ante un panorama polarizado por la Guerra Fría, protagonizada por los Estados Unidos y la Unión Soviética, se necesitaba salir de la realidad, reconceptualizar, proponer nuevos rumbos. Ya no se quería ser esclavo de Dios o de la religión, pero sí se era siervo de las pasiones, de los vicios, de los placeres instantáneos; ya no se quería más el orden establecido, pero sí se querían imponer las nuevas tendencias; se quería mayor desarrollo social, pero se acababa con la familia, núcleo de la sociedad; se quería conservar el medio ambiente, pero se seguía atacando la vida humana…
“La reina del mundo” simboliza todas estas inquietudes de la época. ¡Quién mejor que una mujer para representar los cambios del periodo! ¡Quién mejor que una mujer expectante, desolada y temerosa, para mostrar la visión crítica y compleja que Norman Mejía siempre ha tenido de la realidad!
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