La obra de Antoni Tápies resalta sobre todas las obras a su lado. A pesar de sus colores parcos, la variedad de texturas utilizadas, como el polvo de mármol y el barniz, permiten que cada trazo y figura sobresalte de la blanca pared a su fondo.
La realidad es que para poder apreciar esta obra me tomó más de un par de visitas y un par de minutos en cada una, pues en diferentes distancias se pueden observar detalles relevantes que finalmente construyen una historia. O por lo menos así lo vi yo, quizá no como la verdadera razón de su composición, pero sí lo que me lleva a considerarla una de las mejores obras en el Museo de Botero de Bogotá.
A decir verdad jamás he investigado acerca de la procedencia de esta pieza, ni del movimiento, ni del autor. Me cautivó la idea de verla y pensar que detrás de la misma hay un mensaje, y aunque indudablemente algunas percepciones podrán ser erróneas o quizá algunos detalles ni los he notado, me gusta creer que lo que pienso frente a lo que veo puede ser en alguna medida similar a cuando el autor se enfrento a una pieza de madera virgen.
El título de la obra, Principio, fue indiscutiblemente lo que le dio forma a mis ideas. Principio puede ser vida, nacimiento, comienzo. A un par de pasos alejada de la obra el elemento que más resalta es la silueta referente a un individuo. Pero un individuo sin detalles, sin cara, ni personalidad, incluso sin carácter. Este individuo sin duda ha nacido del pequeño hoyo en la mitad de la obra, y aunque en algún momento parecía no tener mayor relevancia basto con alejarme un poco más para poder observar que desde allí se aprecia un panorama similar al de un nacimiento humano, incluyendo a la madre quien estaría en el proceso de parto.
Es en este momento en que tomo en cuenta los colores y la composición, ya que esta persona llega a un lugar arenoso si es el caso, manchado y oscuro como lo puede ser la sociedad actual, completamente diferente a aquello claro y seguro como lo era su madre, y más allá de eso de una idea concebida, representada en la parte superior del cuadro con un color claro y casi casto.
Me disgusta en gran medida la letra “a” que se puede observar en el primer plano, inicialmente porque no conozco su significado, y no lo puedo imaginar, y más allá porque considero que el nacimiento, el embarazo y la vida misma deben estar representados por colores más vibrantes, no el negro que define para mí el fin de una secuencia. Pero a pesar de esto creo que aun me faltan unas cuantas visitas para continuar imaginando el significado de esta obra, y como lo dije anteriormente, así no sea la real, funciona para mí ya que me permite de manera sencilla comprender lo abstracto del arte.
La realidad es que para poder apreciar esta obra me tomó más de un par de visitas y un par de minutos en cada una, pues en diferentes distancias se pueden observar detalles relevantes que finalmente construyen una historia. O por lo menos así lo vi yo, quizá no como la verdadera razón de su composición, pero sí lo que me lleva a considerarla una de las mejores obras en el Museo de Botero de Bogotá.
A decir verdad jamás he investigado acerca de la procedencia de esta pieza, ni del movimiento, ni del autor. Me cautivó la idea de verla y pensar que detrás de la misma hay un mensaje, y aunque indudablemente algunas percepciones podrán ser erróneas o quizá algunos detalles ni los he notado, me gusta creer que lo que pienso frente a lo que veo puede ser en alguna medida similar a cuando el autor se enfrento a una pieza de madera virgen.
El título de la obra, Principio, fue indiscutiblemente lo que le dio forma a mis ideas. Principio puede ser vida, nacimiento, comienzo. A un par de pasos alejada de la obra el elemento que más resalta es la silueta referente a un individuo. Pero un individuo sin detalles, sin cara, ni personalidad, incluso sin carácter. Este individuo sin duda ha nacido del pequeño hoyo en la mitad de la obra, y aunque en algún momento parecía no tener mayor relevancia basto con alejarme un poco más para poder observar que desde allí se aprecia un panorama similar al de un nacimiento humano, incluyendo a la madre quien estaría en el proceso de parto.
Es en este momento en que tomo en cuenta los colores y la composición, ya que esta persona llega a un lugar arenoso si es el caso, manchado y oscuro como lo puede ser la sociedad actual, completamente diferente a aquello claro y seguro como lo era su madre, y más allá de eso de una idea concebida, representada en la parte superior del cuadro con un color claro y casi casto.
Me disgusta en gran medida la letra “a” que se puede observar en el primer plano, inicialmente porque no conozco su significado, y no lo puedo imaginar, y más allá porque considero que el nacimiento, el embarazo y la vida misma deben estar representados por colores más vibrantes, no el negro que define para mí el fin de una secuencia. Pero a pesar de esto creo que aun me faltan unas cuantas visitas para continuar imaginando el significado de esta obra, y como lo dije anteriormente, así no sea la real, funciona para mí ya que me permite de manera sencilla comprender lo abstracto del arte.
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