sábado, 26 de febrero de 2011

Sin título / Ensamblaje en hierro

por: Paola Andrea Torres P.


Sin título
Ensamble de hierro
Donado por Lía Guberek de Ganitsky (8/11/1990)

El trabajo de Feliza Burztyn se caracterizó por ejemplo de materiales no convencionales en la escultura, especialmente la chatarra. En 1961 Bursztyn mostró por primera vez este tipo de esculturas para las que tomaba una serie de objetos de su entorno y construía una nueva imagen donde las partes eran plenamente reconocibles. Aquí hace una clara referencia urbana en donde las partes eran plenamente reconocibles. Aquí hace una clara referencia urbana en donde se forma una escultura abstracta articulando los fragmentos de un automóvil con desechos industriales.

Esta obra podría interpretarse de diferentes maneras, quizás para algunos sus elementos permiten ver en lo que puede terminar un automóvil, con la analogía de una perverso materialismo; otros, pueden considerarla como una obra de angustia por no encontrar definición o claridad alguna en el arte plasmado y prefieran cambiar el rumbo de su mirada; incluso, para algunos, puede ser tan solo chatarra.

Sin embargo, desde mi apreciación, al ver un material oxidado y tal vez fúnebre por su tono, los colores tierra que pueden brotar con el paso del tiempo como muestra del daño en diferentes circunstancias, y un enrredo el centro de la obra, al parecer sin solución alguna, puede asemejarse a un problema que nos atormenta hasta hoy en día y quizás desde finales de la última década de los 30, como es el secuestro de Guerrillas, como ellas mismas se denominan, o terroristas como el ex presidente Pastrana se encargó de bautizar a nivel internacional a las Farc.

Quizás por la coincidencia de algunos liberados de sus cadenas, con los aros de la obra, me incita a compararla con la problemática del conflicto armado en nuestros días. Tal vez influye el ver en el centro un nudo similar al que muchos de nuestros gobernantes han tenido para llegar a un acuerdo de paz con grupos al margen de la ley, quienes mientras recrean y ganan la atención de los medios con liberaciones, como sucedió hace poco con las Farc, continúan con el flagelo del secuestro agregando más aros a la obra de la insolencia. Cuantos aros más necesitará el autor para que su obra pierda equilibrio en una base aparentemente sólida? cuántos secuestrados más son necesarios para desequilibrar a una de las democracias más estables de América Latina?

Y si esa obra le agregara el artista los aros de las desapariciones forzadas, muchas provocadas por el robo de un automóvil, quizás de los mismos con los que compuso parte de la obra, seguramente se requeriría de una galería más grande que el propio Museo Nacional, lugar donde se encuentra actualmente la obra, y tocaría ocupar el Estadio el Campín como referente para mostrar tan significativo rechazo.

Mas no toda la percepción de la obra es negativa. Debo rescatar algo muy importante, como la solidez de la base o la iniciativa de hacer arte a través de la chatarra. Quizás la famosa frase de que el hombre aprende a través de su propia experiencia como no la han enseñado a muchos, resulte a pesar de todo en este país tan desorbitado, pero tan rico, tan afectado pero tan feliz al tiempo, de tanta hambre y con el mejor café del mundo, para que nuestro pueblo tome conciencia y decida aprender de su propia historia, pues bien como dice otro refrán, el que no conoce su historia corre el riesgo de repetirla.






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