miércoles, 16 de febrero de 2011


Guillermo Wiedemann

‘’Dos Cabezas’’

C 1959

Acuarela sobre papel

Munich Alemania 1905




En muchas ocasiones, quienes se dirigen a observar y detallar una obra de arte, esperan sentir una conexión perfecta entre la realidad misma y la pintura que se está contemplando. Muchas veces las personas admiran y les agrada una obra de arte de acuerdo al modo en que manejan la veracidad de las cosas y en qué nivel esta misma se acerque más a la verdad; en donde la obra misma cobre vida por sus detalles y trazos tan perfectamente planteados y creados.

Es así como muchas personas perciben la perfección de una obra y le atribuye un calificativo positivo a la misma. Sin embargo, las transformaciones de esa realidad, aun pueden seguir siendo consideradas un tipo de expresión perfecta vista por los mismos ojos de estas personas que buscan sigilosamente una obra, escultura o cuadros que parezcan de verdad.

Las obras tienen una razón de ser y el artista, tuvo sus motivos para representarla de dicha manera.

En este caso, me gusta mucho la forma en cómo Wiedemann extrae y plasma su experiencias y visiones atreves de los rostros de dos seres que muy bien pueden ser rostros de negritos en el año de 1956 en donde sus visitas a la costa pacífica, inspiraron mucho las representaciones de sus pinturas. Me parece interesante este tipo de representación, ya que a la vez que se aleja de lo comúnmente conocido y visto como cabezas humanas; sus detalles físicos; destrezas en las siluetas y retoques perfectos; logra una habilidad para conseguir una mirada diferente y plasmar otra forma de ver las cosas por encima de la verdadera realidad física del ser humano. Es una habilidad que trae consigo un sello estilístico propio del artista y lo hace originalmente único. La representación de lo que desea transmitir en este cuadro, la percibí mucho en las proporciones delgadas y frágiles de los rostros, llevándome a una relación con dos siluetas de personas en el pacifico Colombiano (lugar donde permaneció constantemente) y la forma en cómo retrató sus perfiles de la única manera en que este artista, guiado por sus sentimientos, lo lograría.

Las siluetas y contorno de las dos figuras, fueron muy respetadas teniendo como base la contextura natural de la población chocoana; ya que estos, en su mayoría, presentan características similares. Podría decirse que su estadía en el pacifico Colombiano le sirvió de sobremanera para retratar su entorno ya que el año de la obra empatando con el tiempo en que estuvo en este sector del país.

En cuanto a los colores y las pinceladas de los mismos, no me agrada mucho la forma en cómo el color rojo (por cierto el más visible en el cuadro) rompe con la unión y cercanía de las dos figuras de tal manera que la percepción de la totalidad de la figura que está al lado derecho del cuadro, carece de completa armonía para divisarla en todo su esplendor. La obra maneja colores tan básicos y neutros, perdiendo un poco la fuerza y el brillo para prender la atención de los demás y dejar una sensación retratada en la mente del público.

Por Nathalia Cruz

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