El Beso
Gustav Klimt
1.908
El beso de Gustav Klimt siempre me ha llamado la atención por sus colores, la manera en que el dorado contrasta con el verde, el amarillo oscuro y las piezas de miles de tonalidades alrededor de la pareja logran lo que considero mágico y radiante.
Aunque hay varias interpretaciones que se le atribuyen a la obra del pintor austriaco Klimt, el más conocido ejemplo de interpretación es cuando Dafne huye de Apolo por un hechizo de Eros, Apolo la persigue hasta encontrarla y cuando la encuentra ella está siendo convertida en Laurel, sus pies ya son tallos y su pelo está lleno de hojas.
Más allá de las interpretaciones me gusta la manera en la que Klimt pintó el rostro de la mujer, unas facciones delicadas y cuidadosamente pinceladas, su cara es femenina pero al mismo tiempo inexpresiva sin embargo sus mejillas se ven ruborizadas.
La obra del beso me transmite sensualidad, la forma en que los dos cuerpos están juntos casi confundiéndose el uno con el otro, el cuerpo de la mujer se ve suelto y se alcanza a ver las curvas sin embargo aunque me da la sensación de un cuerpo que se descuelga casi “derretido” por la sensación que le puede producir el beso, la cara se ve muy tiesa respecto al cuerpo, el hombro de ella parece encogido y su mano sobre el pecho del hombre me genera distancia.
Parece que el hombre al agarrarla la tapara con su manto dorado sin embargo los adornos son distintos entonces sólo parece una masa dorada alrededor de ellos que se origina entorno a su unión, aunque éste se distorsiona y le dan forma y vida aquellos círculos do colores bastante femeninos en el vestido de ella, mientras el tiene rectángulos de colores más serios.
Mientras en el cuerpo de ella se ven las curvas el de él me parece bastante “amorfo” sobretodo la parte del cuello y me molesta no poder ver la expresión de su cara al besarla.
Cada vez que lo miro siento que hay más manos de las normales y no me gusta la manera en que están pintadas, no parecen reales, tampoco me gusta que ella este arrodillada ante él ,mientras él permanece de pie. La siento sometida y más al ver sus pies enredados en ramas es como si fuera “presa” de él o de su amor.
Jessica Choner González
Universidad de la Sabana
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