Dominique Ingres
Museo Nacional del Louvre
La Fuente
1856
Óleo sobre lienzo
Museo Nacional del Louvre
La Fuente
1856
Óleo sobre lienzo
La cultura mediática ha influido en “el ojo” de las personas del S. XXI. Se busca arte que impacte, que sea novedoso e inmediato. Por esto quiero hablar de la obra de Ingres, un pintor francés- figurativo- del siglo XIX quien dedicó su vida al dibujo y los retratos. Tuvo influencia de la escuela de Rafael y el Cuatroccento italiano, lo que es evidente en las proporciones de sus cuerpos. Ingres, hace parte de una corriente neoclásica, pues sus personajes evocan la antigua Grecia y Roma.
La fuente es una obra que requiere tomarse una pausa, respirar y contemplar cada detalle para entender su belleza. Esta obra es la alegoría del nacimiento de los ríos, una mujer/niña que simboliza a una diosa, una Venus. De hecho Ingres, realizó la Venus Anadiómena unos años antes y en ambas obras las mujeres tienen una postura muy similar, lo que demuestra una referencia.
El cuerpo de esta mujer es hermoso, sus curvas y su voluptuosidad, sobre todo la línea que define cada detalle, tanto de su cuerpo como de su rostro. La perfecta proporcionalidad de los espacios, mantiene una composición no sólo estética sino influyente en los encuadres fotográficos.
El agua es otro elemento que resalta la estética de esta pintura, pues la caída del agua, desde el ánfora, como la retrató Ingres, hace escuchar el sonido de este movimiento al observar la pintura. Los colores provocan olores de tierra y barro. La postura de la protagonista transmite un cuerpo cálido, con una temperatura perfecta, casi como si fuera una escena de cine antes de tener movimiento.
El fondo aunque es plano no pierde textura y diseño y ayuda a resaltar la quietud del cuerpo, como si estuviera en un estudio fotográfico posando como modelo a esperas de los flashes de la cámara. Por otro lado, El pintor tiene una técnica exquisita para los contrastes de luz, pues es como un fotograma cinematográfico.
Me gusta destacar que La fuente fue creada en pleno auge de la fotografía, esto carga de valor simbólico la figura retratada, que si bien parece una foto, demuestra que la iluminación en una pintura es clave para la composición de un encuadre.
La quietud del personaje en contraste al movimiento del agua da la impresión de que esta mujer casi Venus es una escultura. Es realmente un detalle impresionante del pintor.
A pesar de la perfección “fotográfica” de la obra hay detalles que me disgustan como el gesto del rostro de la mujer, que si bien está muy bien retratado, es un poco soso, infantil y pueril. El hecho de ser tan mitológico y tratar de recrear algo tan puntual puede limitar la obra, en cambio sería mucho más deleitante si se dejará construir una historia diferente.
Otro elemento limitante para la obra es la posición, la verticalidad del cuadro, resulta en un punto asfixiante y encierra al personaje, si es una fuente sería un poco más interesante poder ver un espacio en el que fluya el agua. Sin embargo, puede ser que la intención misma del autor fuese limitar para dejar más campo a la imaginación del espectador, como un encuadre que trabaja el fuera de campo. Por esto se puede decir que la pintura influyó implícitamente no sólo en la fotografía, sino en su evolución: el cine.
Por Nicolle Lafaurie
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