viernes, 25 de febrero de 2011

Frinè


Débora Arango es una de las más importantes artistas colombianas, representante del expresionismo y censurada en su época por retratar desnudos, cuando esto era aún socialmente prohibido. Esta trasgresora artista nos muestra una pintura de una mujer desnuda, observada y tocada por hombres que la rodean. Los colores son el blanco, tonos piel, negro y azules. Las tonalidades son bastante suaves y en ocasiones incluso opacas. Las proporciones de los personajes están perfectamente logradas e incluso las texturas sobre su piel los vuelven realistas.
Débora es una artista que siempre defendió el papel de la mujer dentro de la sociedad, y como tal, en sus obras se retratan problemáticas y asuntos relacionados al vivir femenino. Con el paso del tiempo y la llegada de nuevas tecnologías y posibilidades, el ser humano y con él la sociedad, se han ido corrompiendo en su sentir, vivir, actuar y pensar.


Parte de esa perversión psicológica de la personalidad humana reside en un deseo incontrolable y burdo del cuerpo del otro. La obra es un retrato de esa obsesión carnal, que en algunos casos se torna incluso incontrolable. Dos de los hombres que rodean a la mujer no la observan a ella, sino a su cuerpo. Y el de la parte trasera nos observa a nosotros (consciencia del espectador) porque sabe que nuestra mirada se dirige en primera instancia al cuerpo desnudo.


La idealización del cuerpo, tanto femenino como masculino, ha llevado a prácticas dañinas como la prostitución, el turismo sexual, la pornografía y el tráfico de personas. La obra de Débora es una fuerte crítica a este tipo de prácticas, pues solo su nombre indica una postura frente al tema. La mujer ubicada en la parte posterior izquierda representa la indiferencia que se tiene frente al tema. De acuerdo con el último reporte de tráfico de personas escrito por el Departamento de Estado americano (2005) existen alrededor de 600 mil a 800 mil hombres, mujeres y niños traficados alrededor del mundo cada año. De estas cifras el 80% son mujeres y la mayoría son forzadas a trabajar en la industria del sexo. El tráfico de estas mujeres es conducido por una extensa cadena de tráfico sexual localizada en diferentes lugares del mundo, especialmente en China, África y América Latina. El hecho de que la obra salga de manos de una artista de un país en vía de desarrollo, es de gran valor sociológico, ya que es en estos mismos países donde el fenómeno es más usual. Los beneficios económicos de este tráfico alcanzan anualmente entre los 7 y 12 billones de dólares, por lo que no es difícil concluir que se ha convertido en una empresa bastante lucrativa.


Dejando de lado todo el tema estructural y financiero de esta organización criminal, se tiende a dejar de lado las consecuencias psicológicas que trae para las mujeres involucradas y quienes la rodean. Este asunto no fue olvidado por la artista, e incluso se nota comprensión al respecto, que se evidencia en el rostro de la mujer desnuda. Su inexpresividad transmite muchas emociones, mientras que su mirada es nostálgica y resignada. De acuerdo al último reporte sobre tráfico de personas de Estados Unidos (2005) las víctimas son propensas a sufrir maltrato físico, emocional y traumas psicológicos. Las enfermedades físicas incluyen infecciones de transmisión sexual, inflamación pélvica y VIH. Además de esto están expuestas a condiciones de salubridad y nutrición precarias que las vuelven vulnerables a la tuberculosis y escabies. Por su parte los trastornos psicológicos van desde el insomnio, depresión, ansiedad, traumas de estrés, etc. Esto es simplemente para dar un panorama general de lo que implica esta red de crimen organizado que involucra cada día a más victimas en nuestros países.


Débora hace esta obra que inspira a reflexionar sobre las dinámicas culturales de nuestra época. Sin embargo, la obra se queda en la pared en la medida en que ignoremos al que nos observa detrás de aquella inocente mujer desnuda. Despertar consciencia a través de las pinceladas solo es posible si nosotros, como espectadores, decidimos convertirnos en el color que pinte un nuevo rostro.

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