miércoles, 16 de febrero de 2011

LOS TRES MÚSICOS


LOS TRES MÚSICOS

Pablo Picasso

1921

Museo de Arte Moderno, Nueva York

Los marcos se han diseñado como herramientas para darle armonía a una pintura. Cumplen una función protectora y al mismo tiempo, tienen el reto de adecuar la obra al espacio y tiempo determinado. Sin embargo, la mala escogencia de estos objetos puede dañar la apreciación de una pieza artística e incidir en la interpretación que de ella se haga.

Digo esto porque así me sucedió con Los Tres Músicos, óleo sobre lienzo de Pablo Picasso, realizado en 1921. La pintura ocupaba un lugar primordial en la sala de mi casa y era, inevitablemente, foco de observación todos los días. Gracias a los aportes de mi familia sabía que Picasso se relacionaba con el Cubismo y que sus ilustraciones desafiaban el arte como imitación de la naturaleza.

Sabía que era un artista reconocido, talentoso y afamado. No obstante, odiaba su obra. Me parecía confusa, irreal, una burla. Pero lo que más odiaba de dicho cuadro era su marco. Éste era de un color rojo tomate, aproximadamente de 3 cm de ancho y 1 cm de espesor, elaborado de un material brillante parecido al plástico.

Era horrible y no permitía que pudiera apreciar la obra en todo su esplendor. Todo esto sucedió cuando tenía aproximadamente 10 años, ahora, las circunstancias cambiaron: el marco ya no está y mi mente se liberó de prejuicios anteriores para poder comprender la esencia de Los Tres Músicos.

Lo que más me gusta de esta pieza es que hace parte del cubismo sintético, es decir, el autor fragmenta la imagen permitiendo que se vea dinámica, con movimiento. En realidad parece como si los músicos llevaran el ritmo de la melodía. De esta forma, la imagen se nos presenta en una especie de tercera dimensión, donde puede verse el perfil y al mismo tiempo, el frente de los personajes.

Asimismo, me agrada la técnica del collage, superponiendo los planos y definiendo la imagen de cada uno de los protagonistas de la obra por medio de figuras geométricas, que parecen pegadas al azar pero creando el vestuario y la ambientación de la pieza. En este sentido, se nos presentan los tres personajes: el Pierrot, el arlequín y el monje, todos ellos tocando un instrumento musical.

De esta manera, los colores corresponden a la vestimenta usual de dichos actores de la comedia artística. Sin embargo, no me gusta que los colores sean tan fuertes y oscuros, o al menos el del fondo, pues les quita primacía a los músicos y no hay mucho contraste. Además, hace que el perro pase inadvertido a los ojos del espectador.

No obstante, me gusta el juego de proporciones que hay. Las manos y pies son diminutos en relación a la complexión de los personajes y de los mismos instrumentos. Igualmente, me gusta el juego de roles existente. El arlequín puede verse como el líder, el que canta la melodía, mientras que el pierrot lo acompaña con la flauta y el monje los guía, enseñándoles la lectura musical que han de seguir para cantar su canción. Esto implica una especie de sinergia, de complemento entre los personajes, quienes también en la vida real cumplen papeles con características distintas, pero al unirse y trabajar en conjunto crean toda una obra de arte.


MARIANA BETANCOURT URRUTIA

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