miércoles, 16 de febrero de 2011

Bodegón




Título: Bodegón
Año: 1959
Técnica: Collage sobre madera
Artista: Carlos Rojas

Lo primero que se me pasa por la cabeza al observar esta obra abstracta de Carlos Rojas, es la palabra retazos. Todo dentro de la pintura está recortado en figuras concretas como círculos, cuadrados, rectángulos y líneas. Aunque a simple vista pareciera como si esos retazos de figuras estuviesen puestos sin razón alguna, como si se tratase de materiales listos para ser agrupados para armar algo, al observar con más detenimiento, es posible darse cuenta que todo dentro de la obra, combina en armonía.

Rojas utiliza el modelo perceptivo del cubismo, en el que sugiere o plantea diferentes puntos de vista, con el uso de elementos con procedencias distintas. Gracias a esta técnica, viajar a través de las diferentes divisiones con las que cuenta la obra.

Esta pintura me gusta porque tiene figuras geométricas básicas y todo se ve relativamente ordenado. Esto se debe quizás a la armonía que hay en los tonos utilizados, pues éstos varían entre rojo, rosado, vino tinto, café claro y oscuro, verde y negro, entre otras combinaciones. Además, ese orden hace que la imagen se vea agradable y bonita. Se podría decir que es una mezcla armoniosa de figuras geométricas y colores, que crean un collage. Al estar todo divido en partes, el ojo se ve obligado a viajar por cada una de ellas e intentar descifrar, con la ayuda de la imaginación, qué contiene cada una. En ese viaje por las partes del cuadro y de la imaginación, pasando por círculos rojos y naranjas, pedazos de rectángulos de diferentes colores, pude imaginar un bosque con muchas frutas, e incluso una brocha de pintura, de colores cafés y rojos, en todo el centro.

Sin embargo, mientras observo con más detenimiento la obra, y dejándome guiar por su título, Bodegón, me doy cuenta de que esos retazos juegan con el ojo humano haciéndolo ver, a como dé lugar, un bodegón o pedazos de uno. Esa influencia del nombre o título sobre lo que percibí inicialmente, me incomoda porque automáticamente comienzo a intentar darle forma de bodegón y elementos relacionados con éste. Es así como me di cuenta de que ese bosque que percibí inicialmente, eran pedazos de un bodegón; las frutas, quizás sí son frutas, pero puestas en un plato, y, la brocha que veía en el centro de la obra, hace parte de una botella de vino. Inicialmente es decepcionante e incluso incómodo darse cuenta que las percepciones cambian, y que una sola palabra, hace que todo dé un vuelvo total. A pesar de esto, me gustó pensar en el esfuerzo físico y mental que se requiere para ver y entender la imagen abstracta, con más claridad.

Andrea C. Suárez Munevar
Universidad de La Sabana

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