miércoles, 9 de febrero de 2011

Explosión en una catedral (1960) - Max Ernst

Explosión en una catedral (1960) – Max Ernst / Oleo sobre lienzo – Colección Museo Botero


Max Ernst, autor de esta obra, se caracterizó por utilizar en sus obras gran variedad de estilos, materiales y técnicas.

En su obra Explosión en una catedral se puede apreciar el sentimiento de desesperanza que generó las guerras ocurridas en los años sesenta. En este cuadro se puede ver un contraste entre tonos cálidos y fríos, asemejándose a una pelea entre la vida y la muerte, siendo las llamas que consumen la catedral los tonos que más sobresalen en el lienzo, mientras que, lo que parecen ser figuras humanas y escombros de la catedral, resaltan a la vista más no llaman la atención inmediatamente.

Asimismo, el tono negro del fondo aparte de brindar cierta neutralidad a la obra, toma un papel primordial dentro de ésta, pues al contrastarlo con los trazos en color éstos últimos resaltan en un primer plano.

Por otra parte, puede observarse que las líneas que conforman el cuadro no son del todo ordenadas, pues hacen alusión a un caos, a una calamidad ocurrida de la cual quienes hacen parte de ésta tratan desesperadamente de huir de ella.

Como se mencionó anteriormente, al percibirse una pelea entre la vida y la muerte, lo cálido y lo frío, se puede ver como las formas empiezan a desvanecerse, convirtiéndose en trazos con armonía pero a la vez sin alguna figura determinada, expresando así una especie de angustia por parte del autor en cuanto al contexto en el que está viviendo.

No obstante, aunque predomine el caos y el desorden dentro de esta obra, es importante también resaltar la posible alusión a una posible metamorfosis de la humanidad, puesto que la gran mayoría de los trazos parten del centro al exterior de la pintura, dando a entender un posible renacer luego de tanta destrucción.

Finalmente, otro punto importante a resaltar partiendo del supuesto “de tras de todo caos hay un renacer” puede hacerse un análisis más a fondo sobre la sociedad a raíz de la obra: al dirigir las líneas de manera que parten del centro al exterior, creando una especie de circunferencia, puede asumirse que todo proceso vital es cíclico, pues es el hombre quien se crea y a su vez quien se destruye, volviendo a levantarse de entre las cenizas, renaciendo otra vez, pero indudablemente en algún momento retornara al caos y así hasta el fin de su existencia.

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