miércoles, 6 de abril de 2011

“EL DOLOR DE COLOMBIA" VISTO DESDE LOS OJOS DE FERNANDO BOTERO

El artículo publicado, el 16 de marzo, en la versión online del periódico El Mundo llamado “El Dolor de Colombia” regresa a Brasil, habla acerca del regreso de la exposición del artista Fernando Botero a dicho país. En el artículo se habla del carácter crítico y reflexivo de las obras expuestas y de la representación de la violencia que ha golpeado al pueblo colombiano.


No obstante, el artículo hace generalizaciones poco asertivas que generan que lo que se diga no sea del todo cierto. Por un lado, plantea que la exposición retrata casi exactamente la cronología histórica de la violencia en el país, cosa que no es cierta debido a que el artista lo que hace es retratar algunos momentos impactantes de la historia y que para él tenían un significado, las cuales quería representar a través de su arte.


No quiere decir que “El dolor de Colombia” muestre paso a paso lo que ha sucedido. La violencia en Colombia viene desde la misma época en que el pueblo buscó liberarse del yugo español y se ha extendido hasta la fecha; desplegándose por diferentes escenarios, situaciones, actores y víctimas. Por supuesto que el país también ha tenido periodos de paz, pero la violencia ha sido una constante que no se limita a las guerrillas y el narcotráfico.


La exposición de Fernando Botero es más una representación subjetiva de muchas situaciones que han impactado al artista y que éste pretende compartir con un público interesado en conocer la percepción del conflicto desde la posición de un Colombiano que trasmite lo que piensa y siente por medio del arte. El texto El arte como comunicación explica esto como el hecho de que “cada pintura aisla una porción de las muchas posibilidades […] selecciona y acentúa ciertas partes del objeto que tiene ante sí, reduciendo la importancia de otras partes”.


Así pues, las obras tampoco tienen un carácter realista sino más bien se sustentan en la representación a partir de la percepción. Si bien la exposición invita a la reflexión por parte de los espectadores, debe quedar claro que lo que observan es una obra que nace de la interpretación de un hecho y que ahora quien la ve también va a sacar sus conclusiones según sea lo que le transmita.


No porque se base en un hecho real implica que el suceso hubiese sido tal como se ve, hay que tener claro que la pintura que se observa proviene de una percepción personal y que esa percepción es comprendida de diferentes formas como se explica en el texto El arte como comunicación. Ni siquiera la fotografía, que es definida en este mismo artículo, como “un método práctico y relativamente sencillo para crear un equivalente visual del mundo real”, puede plasmar la violencia desde un ángulo cien por ciento objetivo, esto sucede porque detrás de la lente también hay un ser humano que interpreta lo que ve.


En la exposición fotográfica “Sueño en Riesgo” se presenta una desgarradora muestra del conflicto armado. Las fotografías fueron tomadas en una de las misiones de la organización Médicos Sin Fronteras y al reseñar acerca de esta se habla de un acercamiento a lo que es la violencia en Colombia porque se sabe que no es una visión completa de lo que sucede en el país.


Así pues, “El Dolor de Colombia” no es una visión total de lo que ocurre en Colombia sino una muestra de lo que ha visto y vivido el artista con relación al conflicto. Asimismo, considero impreciso decir que las figuras gordas, características del estilo de artista, pierden mucha de su sensualidad al ser representados en torno a la violencia.


Para mi la sensualidad radica en las líneas curvas, las expresiones conmovedoras que logran transmitir miles de sensaciones. Los colores vivos que muestran escenas desgarradoras y que dejan ver seres humanos que sufren día a día. Es injusto negar lo que a la vista salta, una muestra apasionante del sentir de un artista que ha visto a su pueblo desangrarse.


Como lo dice Gombrich en el texto Historia del arte, el artista experimenta esa extraña sensación de equilibrar formas y matices, sin ser capaz de decir exactamente qué clase de armonía es la que se ha propuesto conseguir. Tal vez eso fue lo que quiso hacer Fernando Botero cuando se aventuró a plasmar algunas de las muchas situaciones de violencia que ha sufrido Colombia, dejando que el espectador sea el que descubra lo que la obra quiere transmitir a través de su propia percepción.

Ana María Sarmiento Martínez

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