Tatiana Montoya M.
200720221
Así como lo podemos ver en la noticia publicada en eltiempo.com, el lunes 28 de febrero, titulada Arte en la Urna Bicentenaria, Johanna Calle es la encargada de incorporar el arte en la urna.
Su trabajo consiste en plasmar en el exterior de la misma, dibujos de la flora cundiboyacense y algunas de sus aves más representativas. "Quería que fuera algo perdurable en el tiempo y no una pintura que se pudiera borrar. Partí del principio que tienen las monedas: tienen un bajo relieve (grabado) que hace que la imagen permanezca a pesar del uso", aseguró Calle.
No hay un artista colombiano que merezca su lugar más que ella, ya que su trabajo se ha caracterizado por criticar la violencia que se vive en el país, suscitando las escenas de las fotografías de los periódicos sobre personas secuestradas y asesinadas y, así mismo, se ha encargado de hacer que cada uno de los niños sin hogar del Instituto del Bienestar Familiar sea recordado.
Su obra reflexiva inició al adaptar imágenes de niños con malformaciones, que encontraba en periódicos y revistas, con las siluetas de ellos mismos sin anomalías en comparación, tal y como se ve en su obra Única Instancia 1996.
Con respecto a la crítica a la violencia, Calle tomó como fuente de inspiración la fotografía de un periódico sobre los rostros inexpresivos de dos niñas al ver el entierro de un hombre que había sido acecinado. De esta manera, la artista bordó sobre papel entelado la silueta de los personajes incorporando esta obra a un tríptico llamado Territorios Indelebles, 1997, con la cual hizo parte de la exposición Rojo sobre Rojo en la Biblioteca Luis ángel Arango.
Sus obras las realiza de diversas maneras, bordadas sobre tela o papel, pinturas, collages y dibujos como el empleado para su obra Las chicas de acero, en la que trazó las formas de 15 niñas secuestradas por el ELN con una fresa de destintaría sobre madera, intentando copiar los puntos de la impresión de la fotografía en el periódico. En esta ocasión, usó mas de 40 sustancias para sus dibujos en la urna y un taladro para fijarlos.
Posteriormente, con el fin de llamar la atención de la comunidad colombiana y recordar a los niños del ICBF, Johanna tomó las imágenes de los niños que fueron publicadas en los periódicos y las bordó sobre un lienzo crudo, añadido a un sustrato en malla de alambre y fieltro entramado, publicando su obra en la exposición En nombre propio 1997-1999. Las imágenes las incorporó en doce grupos, que corresponden a los 12 meses del año, con lo que intentó retratar la agonía y espera de estos niños por ser algún día adoptados.
Además, en su obra Torrencial 1999, escribió los nombres de los niños abandonados que aparecieron diariamente en los medios, juntando cada uno de estos hasta crear una composición de varios círculos que se entrelazan entre si.
Así mismo, obras como Progenie, sobre violencia intrafamiliar y Letargia, en la que plasmó la historia de una mujer que murió dentro de una maleta, son ejemplos de la constante crítica que hace la artista a la situación de nuestro país.
Todo esto es lo que hace que Johanna Calle sea quien deba plasmar sus obras en la Urna Bicentenaria, ya que de esta manera permanecerán en el tiempo las pinceladas de una artista comprometida con la problemática de un país y quien no ha cruzados sus brazos ante la indiferencia sobre temas como la violencia, el maltrato familiar y el abandono.
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