Críitica a un articulo hecho por Samuel Vásquez para El Espectador, el 26 de noviembre de 1995
Aludiendo a una división fenomenológica/ discursiva (metafísica/lingüística) de la epistemología, Samuel Vásquez emprende un torpe vaivén con el que hilvana este artículo , una oscilación narrativa donde introduce con ligereza conceptos como “mundo”,”naturaleza”, “lenguaje”,”estilo”, a la hora de cimentar su argumentación sobre-interpretativa, que por demás se anuncia con estridencia desde el título “la sintaxis transparente de José Antonio Suárez Londoño” .
En primer lugar, esa ligereza conceptual , a la que hago referencia arriba, no necesariamente obedece a una falta de rigurosidad teórica , sino que, en tanto abstracciones , las definiciones de palabras como mundo , lenguaje, estilo , etc. se agotan en si mismas, son tautológicas. Entonces, al entrar en los micromundos de las obras de JASL son inoperantes , estériles. Al sentenciar cosas como : “ la unidad estilística de una época la determina el estado de la naturaleza, que es el mundo, y que es común a todos.”, Vásquez (re)vela condiciones que va a desarrollar en su argumentación , condicionamientos teóricos que constriñen irrevocablemente la obra de JASL entre lo fenoménico y lo discursivo , de una manera u otra la agotan en el logos, desplazan lo sensible. Además, precisamente en tanto abstracciones , los conceptos citados (el mundo, el lenguaje y el estilo), si bien puede que estén dados, no están al margen de las relaciones de poder que se efectúan simultáneamente a la tarea del artista, dichos conceptos tienen connotaciones políticas.
Es en ese sentido, se encamina otra de mis objeciones. Como político, el arte goza de un lugar “privilegiado” donde se suspenden ordenes y máximas , donde de alguna manera, y aunque cayendo en las trampas de lo categórico, es anti- statu quo , y digamos también “excéntrico” ,según el adjetivo que usa Vásquez para JASL. Pero, en ese orden de ideas , al arte se despliega en una temporalidad , específica en términos de contexto, pero también en una temporalidad transversal entre futuro-pasado-presente, es decir , un tiempo donde se hace muy difícil clasificar algo como anacrónico. Discrepo del autor en cuanto su sentencia sobre lo anacrónico del medio en el trabajo de JASL ,pues en otras palabras quiere decir que: entre más contemporáneo sea el medio se actualiza “más” ese espacio donde se para el arte, es decir, como si un video-performance-instalación transmitido vía Web ,al fin alcabo no hubiese pasado por el dibujo y por ahí derecho a Lascaux o a las escarificaciones corporales en Benín.
OK. En lo sucedido del artículo hasta este punto, comparto esa imagen que el autor trae del silencio, como una nube espesa que lo oculta , tal vez, de los afanes estilísticos y del consenso en el lenguaje. Pero, siendo aún más agudo ante la tesis de Vásquez ¿ Es esto una marginalidad irrevocable? ¿ Es acaso ese silencio garante de una transparencia? Sinceramente no lo creo, marginalidad irrevocable la de Bartebly, el personaje creado por Herman Melville, que es la personificación de la renuencia , de la negativa. Por el contrario, el gesto solitario de JASL en sus trabajos si es una ausencia, pero una obsesiva, que solo nos es dada mediante su contradicción : la presencia.
Entonces, esa poética a la que se refiere Samuel Vásquez , innegable en la obra de Suárez , es ciertamente un proceso sintáctico , de encuentros y relaciones , que exactamente entra una vez más en discordancia con la epistemología fenomenológica de la presencia que se ciñe a lo constatable, y delezna lo oculto y lo ausente de los objetos, en discordancia al fin y al cabo con las contradicciones poéticas ausencia/presencia del gesto.
Por último, la escisión radical entre pintura y lenguaje con que cierra el artículo el autor, no me parece pertinente para hablar de la obra de JASL, pues en ella encontramos casi que indistintamente un poco de ambas y otras cosas más , y en ese caso reduce todo el despliegue tanto material como metafísico que desarrolló. Al Vásquez aseverar que la obra de José Antonio Suárez Londoño es un lenguaje transparente ,la amarra al discurso, la entiendo demasiado , la sobreinterpreta y entre otras pese a que habla de todo un “mundo” fenomenológico no precisa hablar de la materialidad de la obra también, de sus detalles, él opta por interrumpir el vaivén de ese péndulo que anuncia en el comienzo.
Nicolás Vizcaíno Sánchez( Universidad de los Andes)
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