jueves, 24 de marzo de 2011


WIEDEMANN por Walter Engel/WIEDEMANN por Cristina Núñez

En 1939 él llegó a Colombia en buque desde Hamburgo, la segunda guerra mundial estaba a punto de estallar y Wiedemann había logrado escaparse de la Alemania nacional-socialista a la que tantos temían.

Guillermo Wiedemann, tras haber llegado de Europa, fue encasillado en un cliché exagerado y molesto. Los críticos hablaban de que él había llegado de una Europa en guerra, estricta, con pocos derechos que conceder. Según cuentan, llegó a un mundo nuevo, mejor, sin cohibiciones y una vida tropical absolutamente deseable. Todo esto solo demuestra que incluso los críticos contemporáneos de Wiedemann estaban inmersos en la idea de la otredad, olvidando el desastre al que realmente llegó, a la pobreza y a la desorganización. Claramente, los paisajes que veía debían ser deslumbrantes a sus ojos, pero la guerra y la opresión estaban presentes, manifestados de una manera diferente a como sucedía en Europa.

Los críticos comenzaron a hablar de su obra, comentaban acerca del exotismo que lograba incorporar en sus obras y la manera en que el trópico se imponía en su trabajo. Analizando los cuadros, no se ve diferencia en lo que hubiera podido hacer un Europeo en su tierra natal, a lo que comenzó haciendo Wiedemann en Colombia. Eran paisajes atractivos, bellos, pero que podían estar en cualquier lugar. El exotismo no estaba tan presente como lo describían, no existía esa real conexión con el espacio que tanto se comentaba. Era como si Wiedemann siguiera encajonado en esa misma Europa que había dejado atrás.

La primera exposición que hizo en Colombia fue en el año 1941, en la Biblioteca Nacional de Bogotá. Fueron obras de los diferentes paisajes que fue visitando, y lo que más se puede destacar es la rápida, fugaz y fuerte pincelada. Ver estas obras, es como ver una serie de bocetos en acuarela con unos colores y unas pinceladas muy interesantes. En estas obras no se ve un dibujo echo con minuciosidad, sino unas manchas que crean unas figuras que arman un paisaje.

En 1949 participa en una exposición individual en las Galerías de Arte de la Avenida Jiménez. Él continúa trabajando con las manchas de color, sin llegar a ser clásico ni formal. Sus obras eran descomposiciones de espacio, la línea muy presente para definir formas y las manchas de color presentes de una manera exagerada y emocionante.

Gran parte del resto de sus años como artista no cesó en utilizar la mancha y la línea, utilizando cada una de estas de una manera diferente en cada etapa y pudiendo reinventarse constantemente con respecto a lo que estaba creando. La línea presente, ya fuera de manera tenue o fuerte, marcó sus obras ayudándole a crear espacios, ambientes y figuras.

Guillermo Wiedemann puede que hubiera sido un extranjero en Colombia, pero sus obras no cayeron dentro del cliché de la otredad. Su visión fue la de un local que estaba explorando un territorio vasto, lleno de color y cultura. Aunque debió haber sido difícil el cambio, logró encontrar la afinidad con el espacio Colombiano y explotó el tema hasta que su cuerpo se agotó.

ENGEL, Walter, Wiedemann en Wiedemann, Bogotá: División de extensión cultural


Cristina Nuñez (Universidad de los Andes)

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