miércoles, 2 de marzo de 2011

Arte Conceptual, objetos como ideas


por: Paola Andrea Torres

Antonio Caro ha sido considerado uno de los iniciadores del conceptualismo no sólo en Colombia, sino en América Latina. En los años 70, en un medio cerrado, tradicional y recatado, su trabajo irrumpió contra las obras, los museos, el público, las academias y la crítica del arte en el país. Sin muchos antecedentes ni teorías previas, Caro comenzó a realizar unas prácticas artísticas que desmantelaban el objeto artístico, la estética formal, la obra acabada, la originalidad del autor, la fetichización del producto artístico, su especulación comercial, y realizaban una agresión contra todos los mecanismos de poder del circuito institucional de las artes.

En Colombia los orígenes del arte conceptual se remonta al finales de los años sesenta, los artistas de la época buscaban romper con lo establecido y generar discusión sobre la definición de arte. Pasaron 10 años para que una obra conceptual fuera premiada o reconocida oficialmente y fue en el salón nacional del año 1978, donde la alacena de zapatos del grupo barranquillero el sindicato gano el primer premio. En Latino América las actitudes conceptualistas tuvieron un tinte político, y nos mostraron que esa idea antigua de una arte puro, libre de los juegos del poder está muy lejos de la realidad.

Pero su reflexión iba más allá del ámbito artístico. Lo que realmente le interesaba era la sociedad como tema de su obra. En unos tiempos altamente politizados, Caro decidió que su trabajo sería esencialmente político y que las respuestas que le interesaban, más que las de la crítica y los especialistas, eran las que pudiera provocar en la sociedad. También se decidió por un arte altamente intelectualizado, que prefería transmitir ideas e información de la manera más eficiente que sensaciones, emociones o expresiones personales y que no le interesaba las búsquedas formales, aquí se ve reflejado el verdadero significado del arte conceptual, tal y como lo expresan en el documental, “La actitud conceptual consiste en considerar los objetos como medios para comunicar ideas, no importa si son bonitos o feos, desde nuestra concepción convencional de belleza”.

Desde aquellos años no se ha apartado de este camino, realizando críticas mordaces, directas, de construyendo los circuitos de poder desde su insistente lenguaje. Este se ha nutrido tanto de la mitología de la sociedad de consumo como de la popular, tradicional, histórica. Por esta recurrencia a símbolos de la cultura de masas, en un principio se le relacionó con el movimiento pop. Pero aunque Caro recurrió a algunas de sus estrategias, sus usos se apartan de los de ese movimiento norteamericano. Caro no consagra el objeto de consumo sino que a través de él hace una lectura demoledora del país. La obra emblemática de este período -y desde entonces una especie de símbolo nacional-, sin duda, es aquella en la que escribe la palabra Colombia con la reconocible tipografía de la marca Coca-Cola. Así, con un mensaje tan directo y efectivo como el de la publicidad, realiza un devastador y diáfano comentario político.

La firma del líder indígena Quintín Lame, la de los estudiantes desaparecidos en las revueltas estudiantiles, el mapa de San Andrés y Providencia formado con monedas de 10 pesos, han llegado a convertirse también en contra-íconos que reflejan en un espejo invertido la imagen oficial del país, lo mismo que frases construidas publicitariamente como "Todo está muy caro", "Su salud está por el suelo", "Defienda su talento", entre otras. Caro ha reconstruido de esta manera esa oficialidad usando su mismo lenguaje y sus mismas estrategias pero alterando el sentido en una especie de Hara-Kiri conceptual. Pues en estas obras el mensaje no se produce a través de un medio, sino precisamente en el mismo medio, que con sus mismos códigos es neutralizado. “La herencia del arte conceptual se manifiesta en los años 90 a través de la explosión de nuevas formas artísticas no tradicionales, instalaciones, performances, video arte cualquier medio de expresión es válido para comunicar ideas, criticar la sociedad comentar y analizar la realidad”.

A lo largo de su extensa carrera, Caro ha sido una conciencia lúcida y crítica de Colombia, un observador atento de su imaginario colectivo, un transgresor de los esquemas estériles del circuito del arte, un investigador de lenguajes, un problematizador de la identidad colombiana y latinoamericana, un decodificador de los lenguajes oficiales y, sobre todo, un activador constante de nuevos caminos para el arte.

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