jueves, 31 de marzo de 2011

Lo ùnico que ocurre es PINTURA

Por: Santiago Cifuentes Jurado

“El mar, que para la mirada humana no es nunca tan bello como el cielo, no nos abandona” (André Breton)

Sebastián Fierro es un artista colombiano nacido en 1988. Este joven talento se graduó de la Universidad de los Andes como Maestro de Arte con énfasis en Artes plásticas. Ha participado en más de 20 exposiciones colectivas y 3 individuales. Su talento le permitió graduarse con distinciones, obtener la mención de honor por su tesis y el reconocimiento de las personas que poco a poco han conocido su obra.


La nostalgia de una guerra sin fin ha conducido el arte colombiano por caminos de sensibilización que incluso en ocasiones llega a ser temáticamente repetitivo. Aunque es casi imposible desligarse de un contexto que nos toca a todos de alguna manera, la propuesta artística de Fierro ahonda en un proceso de desintoxicación que apela más al surrealismo que a la fidelizaciòn de sentimientos por lo real.

Esta pintura nos muestra un paisaje falso lleno de colores inusuales e improbables en la percepción natural de la realidad plasmada. Es una ballena, saliendo del mar, rodeada de colores vivos en medio de un mar rojo y un cielo azul opaco en el fondo. Todos los colores forman un camino que se esfuma en un punto lateral del cuadro, es este camino el que guía lo irreal. Con las montañas en la parte de atrás el artista quiso demostrar que de alguna manera lo que se observa puede ser posible.

“Ballena Azul” es un afán por re- interpretar un mundo cegado por las tradiciones impuestas y de esta manera creo que es una obra esperanzadora porque le apuesta a llenar los vacios que rondan nuestras cabezas. La cantidad de colores, impactantes al ojo, sumergen al espectador en una ficción (muchas veces deseada). El nombre de la obra es la antítesis de la misma, entre lo que sabemos que “es” y lo que desearíamos que “fuera”.

La idealización de ese paisaje inexistente en los ojos del artista, pero presente en su mente surge de un interés especial del mismo por la pintura romántica, en especial por la paisajística. Estas sensaciones son fácilmente perceptibles por el espectador, ya que finalmente no hay nada más romántico que jugar a ser el creador y ordenador de los sentimientos y percepciones de un mundo; ser Dios.

La construcción de esa naturaleza que no disfrutamos por racionalizarla, pierde toda noción de rigidez. Esto es evidente no sólo en el contenido de la obra sino en la fluidez del mismo. Es finalmente sobre esa libertad de interacción entre lo real y lo deseado que Fierro nos invita a reflexionar. “Lo que yo creo que es, no es todo lo que la obra es” (FIERRO, Sebastián. 2011).

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