lunes, 3 de septiembre de 2012

*Obra de arte* que no me gusta



Controversial Dutch Artist Bart Janssen Turns His Dead Cat into a Helicopter

Cuando su gato Orville (llamado así por el famoso piloto Orville Wright) fue atropellado por un carro, el artista Bart Janssen decidió convertirlo en una obra de arte permanente para rendirle tributo convirtiéndolo en una especie de helicóptero que pudiera volar. El artista alemán disecó al gato muerto y después de incorporar hélices a cada una de las extremidades, le puso en el interior un helicóptero de control remoto diseñado especialmente para que pudiera unirse al gato. 
Orvillecopter, como llamó a la obra, se expusó en un festival de arte en Amsterdam en donde los visitants podían volarlo pro sí mismos. 



No voy a entrar en discusiones infinitas sobre qué es arte, que no lo es, por qué a pesar de todo esta es una obra de arte, etc., para decir por qué no me gusta esta obra. No quisiera juzgarla moral ni éticamente, ni jugar a la defensora de los animales. Detesto esas posiciones. No es una obra absolutamente controversial ni novedoso; un ejercicio más en el debate encabezado por las muy conocidas obras de Natural History de Damien Hirst. No creo que esta obra llegue a tener la mitad de importancia o trascendencia que las de Hirst, ni que vaya a cambiar el mundo, revolucionar la historia del arte, desatar guerras o calmar ninguna hambre africana. Pocos la conocen, y hasta ahí probablemente llegará, a un metro y medio de alto desde el suelo, literalmente. 
Y sin embargo me disgusta ver al gato convertido en un juguete, y en verdad quisiera que no existiera. No en el mundo del arte, no en internet no en ningún cuarto de adolescente incomprendido. El artista dice que Orvillecopter es parte de un proyecto artístico en su propio homenaje y que pronto estará volando con los pajaritos, como al gato tanto le gustaban los pajaritos. Ay, ojalá no se hubiera muerto ese gato, ojalá lo hubieran llamado de otra manera, ojalá su dueño no hubiera sido artista...