domingo, 28 de agosto de 2011

Sin Título, Luis Caballero, Colección Banco de la República


Tres marcos se ubican uno junto al otro de mismas dimensiones, son hechos en óleo sobre papel entelado.

El primero de izquierda a derecha es el que más contraste tiene; pasando por el negro de a sobra absoluto por la parte superior del lienzo y en la inferior dejando ver la iluminación del mismo papel, un tono beige completamente limpio.

La figura que este lienzo contiene es el escorzo de un cuerpo masculino. Visto de frente, suponiendo que el cuerpo estuviera en el piso. El cuerpo tiene una torsión hacia la derecha. Su brazo derecho se eleva hasta el nivel del rostro tapando sus facciones. La pintura deja solo ver su mentón y las líneas del cuello. El brazo izquierdo, aunque no aparece por completo, está doblado formando un triangulo, ésta es la zona en la que el cuadro contiene más penumbra y el contorno no es definido pero la utilización de la intensidad del negro hace visible la sensación del límite del cuerpo y el espacio negativo.

La mano del brazo izquierdo se apoya escondida detrás del muslo de la pierna, en dirección hacia la muñeca. El muslo de la pierna continuo a la mano está contorneado con una línea gruesa negra, moldeando la firmeza del músculo. la sombra generada en éste , va en un degradé del negro de la silueta hasta tres cuartos del volumen de la pierna. Del lado opuesto de la silueta se arrastra pintura blanca ligeramente esparcida, es una capa aguada que enseña la zona enmarcada con luz.  los trazos son con una misma dirección, curvos, de derecha a izquierda con negro,  de izquierda a derecha con blanco, creando una notable escala de grises.

Esta escala va a lo largo de la pierna, hasta aproximadamente la rodilla la cual está notada por una marca que delira el menisco. Bajando de la rodilla al gemelo hay solo el color natural del lienzo.

la entre pierna deja ver el asentamiento de la nalga contra la superficie en la que se encuentra el cuerpo. el pene y sus testículos están delineados pero manejan una misma escala de gris, como relleno de la figura.  La pierna derecha del cuerpo, está a unos cuarenta y cinco grados de la izquierda, recta, en dirección al espectador.  la línea derecha que la define es la línea más gruesa y contorneada de todo el cuadro. Se desvanece ligeramente en la parte inferior y es repetida. contrasta con la limpieza del espacio vacío entre las dos piernas , como también con la finura de la línea de contorno de la otra pierna.

Para cerrar el contorno de ésta pierna, la derecha del cuerpo, la línea empieza desde la rodilla y se extiende por la cadera , la cintura, el torso , la axila hasta culminar en el brazo. Ésta pierna tiene un relleno de un gris gradual como alusión a la luz su sombra son  unos trazos verticales con ligera inclinación diagonal a la izquierda, haciendo el recorrido de abajo hacia arriba. El gris de esta sombra es más oscuro pero no deja su carácter traslúcido.

Desde ambos costados tanto el derecho como el izquierdo, a partir de donde comienzan los muslos hasta finalizar el lienzo , en la parte superior hay fondo. Por el contorno izquierdo de la imagen se puede ver un ligero espacio de luz entre el fondo y el cuerpo, una sutil guía que deja sentir como el cuerpo se despliega, por su posición, del suelo.


Obra de Luis Caballero. Sin título. Colección del Banco de la República
Diana Carolina Rodríguez

viernes, 26 de agosto de 2011

VINILO No. 1


María Camila Álvarez Pacheco

COD. 200823633



Ejercicio No. 1

Publicaciones Artísticas




Artista: Fanny Sanín

Bogotá (Cundinamarca), 1935

Obra: Acrílico No. 1 (1998)



“Vinilo No. 1” es impotente, simétrico y evocador. Este cuadro, elaborado mediante la técnica de acrílico sobre tela, en 1998, por la artista colombiana Fanny Sanín es majestuoso y sobresale de entre decenas de cuadros, en la colección de arte del Museo Banco de la República. Sus colores, cuya paleta se divide en amarillos, azules, rojo, grises y negro; hacen de este cuadro, un ejemplar especial que despierta en mi un especial recuerdo: los inicios de la perspectiva, y evoca sin rastro de pincelada alguna la armonía análoga de las semejanzas, los tonos, los colores y el esplendor de la línea, con sus diagonales, sus imperfecciones y esa sencillez que solo refugia el esfuerzo por lograr un color puro, sin mancha alguna: intenso, firme y no menos hermoso o desinteresado que el de la pintura figurativa que le precede y hacia la cual reacciona de forma irreverente, con el fin de demostrar que la realidad puede ser plasmada de diversas formas y a través de distintos materiales, anteponiendo entonces, la subjetividad del artista ante la imperativa necesidad formal de representar una visión “prestada” del mundo.

“Vinilo No. 1”, en cambio, le pertenece a cada persona que tenga la oportunidad de mirar dentro de él. Es un cuadro abierto que esta presto a la re-significación constante por parte del espectador, quien a modo de infante, observa la obra y le otorga distintos significados a partir de las formas que ve: rectángulos, cuadrados, trapecios y triángulos, que conforman “Vinilo no. 1”.

La distribución de las formas en el espacio, se apoya en los ejes de la cruz, horizontal y vertical, un aspecto muy característico de la abstracción geométrica en el arte que se da, generalmente, cuando la razón, la lógica y el cálculo fundamentan la obra haciendo que las formas básicas, el equilibrio y la unidad, elementos fundamentales dentro de esta corriente artística que se distingue de otras formas de arte abstracto gracias a su austeridad, estructura, rectilineidad, intelectualidad y ordenamiento.

Los detalles de la figuración han desaparecido, y no se percibe huella alguna, ni siquiera a contraluz, lo cual exalta también el buen manejo de la técnica, ya que se observa un manejo uniforme del material. También se puede observar que predominan los tonos pasteles como el amarillo, el azul y e gris en contraste con en negro y el rojo, el cual al ser una línea horizontal ayuda a generar profundidad en el cuadro, profundidad que se desvanece un poco al ser sobrepuestas las dos diagonales negras que ópticamente hacen que el cuadro pierda profundidad y que el fondo se proyecte hacia la superficie a modo de ventana, añadiéndole dinamismo a la composición pictórica.

viernes, 19 de agosto de 2011

“Abstracción en rojo”


“Abstracción en rojo” es una obra del artista Colombo - Alemán Guillermo Wiedemann, realizada en 1962, la técnica utilizada es acuarela sobre papel y posee unas dimensiones de 55 x 77 cm. Esta obra hace parte de la colección permanente del Banco de la República y se encuentra en una sala dedicada a la producción artística del autor.
A hora bien, el arte abstracto muy al contrario del arte figurativo se desliga de la imitación de la realidad, prescinde de toda figuración y su relación con ésta. Se sumerge en el subconsciente del artista, en una relación más subjetiva de éste con el mundo; allí el color, las formas y estructuras toman gran importancia proponiendo una nueva realidad.
Es de esta manera como, “Abstracción en rojo”  es una composición de colores donde el rojo predomina, se dispone en el espacio de manera equilibrada combinándose con el marrón, negro y una pequeña dosis de azul. No existen formas ni líneas definidas, los colores se contienen en el espacio, pero no se demarcan, el blanco del papel deja un espacio tranquilo para recorrer libremente la composición. Pequeñas manchas se desprenden del color y crean la ilusión de texturas, brindando una sensación de profundidad, como la de una pared donde la pintura por acción de la humedad y el tiempo se desprende lentamente, dejando a la luz un espacio más profundo. En el centro de la composición el rojo se entrelaza con el negro gradualmente, el marrón los rodea, pero sin encerrarlos, espacios blancos del papel concentran la mirada y llevan poco a poco a recorrer la composición hasta llegar a la esquina superior derecha del espacio donde el marrón se va degradando hacia  un azul medio que continua fundiéndose en un gris azulado. Posee gran fuerza de expresión y emotividad que no está ligada al trazo, sino a la intensidad del color que pasa suavemente sin saturar. Es fácil perderse en ella,  se ingresa por el centro del cuadro desde el color rojo y negro que forman una especie de círculo y lentamente se es conducido por el espacio.
Por otra parte, al hablar de la obra dentro del espacio expositivo se debe decir que “Abstracción en rojo” es de las pocas obras expuestas de Guillermo Wiedemenn que invita a un “libre” recorrido, permitiendo una reflexión personal al espectador, creando un vínculo y una propia experimentación. Cabe aclarar, que con esto no quiero decir que las otras obras no permitan hacer un recorrido, solo que en ellas se expresa de manera más fuerte y apasionada una vida interior, de colores enérgicos puestos y yuxtapuestos que vinculan al espectador de una manera más contemplativa, una poética más complicada, es decir plena de información,  pero igualmente hermosa.
Para concluir, “Abstracción en rojo” es una composición donde el color es el hilo conductor de la poética bien estructurada y dispuesta sobre el papel, no existen formas ni líneas bien definidas, los colores se contiene en el espacio sin demarcar, todo coexiste en completa armonía.
Gloria Burgos



Gustavo Niño [Life in Mono] 2011

Un lugar oscuro y silencioso. Un espacio alargado, semicircular, no convencional y de techos altos donde hay unos cilindros que permiten la entrada de luz indirecta. La atmosfera me comunica con un espacio interior. No pasa mucho y pasa todo. Me siento algo perdida y atrapada en tan pequeño espacio. Se oyen los ecos de las voces que hablan ahí dentro. El fuerte olor a químico lo invade. El espacio fluye, no tiene un punto de atracción como un foco de luz o un objeto. Está vestido con la presión de un espejo que no refleja: unas fibras cortas, fuertes y flexibles, resistentes y brillantes, de poca elasticidad que cubren casi toda su altura. El color de las fibras es casi llegando a blanco, pero no lo alcanza a ser, son más bien como un color crema. Éstas están chorreadas con manchas negras en dirección vertical, como la gravedad. Cuando se ven detalladamente, se alcanza a imaginar la acción sistemática y demente, de chorrear pacientemente el espacio. El piso, es testigo de éstos chorreones. Las sobras de las manchas, la salpicada de éstas, definen una espacie de marco en él. Se posiciona su aparente descuido, algunos chorreones más intensos que otros, unos dejan más espacio entre sí que los otros, unos dejan ver más las fibras que otros, pero todos, sin excepción, forman una nueva textura, lisa y brillante. La textura de chorreones verticales es cruda y oscura, es como si cada chorreón se enfrentara al otro. Así el silencioso espacio se convierte en el más fuerte ruido.

Camila Montalvo.

jueves, 18 de agosto de 2011

YENDO Y VINIENDO

Hay tres huecos en la pared, cada uno de ellos contiene un zapato femenino correspondiente al pie izquierdo, están tapados con lo que parece ser una hoja traslúcida semejante al pergamino que se encuentra cocida a la pared con un hilo negro que a primera vista parece casual para los despistados e ignorantes en suturas médicas.

Es domingo por la tarde, antes de festivo ir a musear es una buena opción. Estoy en el Museo de Arte del Banco de la República, caminando a través de la sala observo los zapatos encajados en la pared y me gustan. Me propongo ser otra visitante desprevenida más para no desencajar con el ambiente de la sala. Me alejo a una distancia prudente de la obra y me indago por la procedencia de unos zapatos dentro de una pared. Tratando de inventarme las respuestas más que de descifrar el gesto:

Son de tacón, están en buen estado por lo que se observa a través de la traba visual. Me quieren mostrar otra realidad, ¿Una vida paralela, quizás? Encuentro una correcta y perspicaz forma de manejar el espacio, el hecho de esconder a medias, la adecuada altura no están muy altos ni muy bajos, justo frente a mis ojos, de una visitante promedio ¿Será un closet de otro mundo y yo lo estoy viendo por detrás? De una criatura extraña de un solo pie, o tres pies izquierdos, que quiere hacer público su espacio. Mi acompañante me apresura y continúo mi rápida visita a la exposición.

Regreso hoy, sola y con tiempo a mi encuentro con la obra. Vuelvo a ella ansiosa con una sonrisa que se agranda al verla, sí, me gusta, me encanta. Pero ,¿qué es? Al cerciorarme de la ficha técnica otrora ignorada, aparece un nombre con más peso que la sala misma: DORIS SALCEDO. Acto seguido se destruyen mis infantiles e insulsos pensamientos preconcebidos al mismo tiempo que mi sonrisa, y encuentran eco los dogmáticos los de la explicación verdadera, fidedigna:

Doris es violencia, desplazamiento, muerte, analogía, fragmento. El zapato es metáfora del cuerpo y el hueco no es hueco, es una caja enterrada en la pared. El objeto no tiene vida, pero perteneció a una vida que seguramente fue asesinada o violada o desterrada o ignorada. Busca hacer visible lo más que cotidiano en este país y que por eso mismo pasa desapercibido. El zapato azul o negro o de cualquier color se transforma en la huella de un ser que compartía este mismo suelo con nosotros y que le arrebataron su andar brutalmente. El hilo negro resulta ser hilo quirúrgico, cocido del mismo modo que se cosen los puntos de las heridas carnales del cuerpo y el papel de pergamino es vejiga de vaca trabajada celosamente para encontrar ese excelente resultado.

Entonces, encuentro que los resultados dispares de mis dos visitas no se encuentran tan alejados entre sí. La obra sí me quería mostrar un mundo paralelo, otra realidad a la que quiero, soy y me enseñan la mayoría del tiempo a permanecer ajena. Esos zapatos podrían pertenecer a un monstruo o a muchos monstruos que no quiero ver por miedo a aceptar las cosas como realmente son en Colombia para la mayoría de mis paisanos: feroces, inhumanas y violentas. También me habla de la vida y la muerte, más de la segunda que de la primera aunque ambas sean tan naturales como inseparables.

Me doy cuenta que puedo continuar entretejiendo si quiero todas las interpretaciones que me planteo y me suceden, por el hecho de que son las maneras que encuentro de aprehender mi realidad, sea frente a una obra, sea frente a la vida y por ese hecho me van a parecer correctas y auténticas. Puedo estar equivocada pero la sonrisa ha regresado a mi rostro.

Doris Salcedo, Atrabilarios, 1996.